Me llamo Marta y soy diseñadora. Y aunque ahora no me imagine siendo otra cosa, antes no me obsesionaba el kerning de los letreros de mi barrio, ni veía píxeles en los anuncios del metro, ni me fijaba en las portadas de los libros. Pero todo cambió. Cuando empiezas a cuestionarlo todo, también cambian tus ojos. La creatividad no para, te desquicia y te absorbe. Supongo que por eso es tan adictiva.