“Una fotografía no se impone, invita” – Dani Camacho, fotógrafo profesional y alumno de LABASAD, en la búsqueda de una imagen honesta

En esta entrevista, exploramos la mirada autoral de Dani Camacho, sus procesos creativos y cómo LABASAD transformó su evolución artística.
Dani no solo toma fotografías, las construye desde un lugar íntimo, emocional y profundo. Para él, la imagen no es un reflejo exacto de lo que se ve, sino una forma de traducir lo que se siente. Su trabajo, delicado y honesto, es fruto de una evolución personal y profesional que encuentra en la fotografía una vía para dialogar con el mundo.
Como muchos fotógrafos que comienzan, Dani partió de una preocupación muy común: hacerlo todo “bien”. Luz, composición, enfoque… al principio, la técnica dominaba su mirada. Pero con el tiempo, algo cambió. Dejó de buscar la perfección y empezó a perseguir algo más difícil de definir: la verdad emocional de la imagen.
“Aprendí a mirar más allá de lo obvio: los gestos, las texturas y la atmósfera. Ahora fotografío desde un lugar más personal”.
Lo técnico, por supuesto, sigue presente, pero ya no es el fin, sino un medio. La fotografía se ha convertido para él en una herramienta de conexión: consigo mismo, con los demás y con la realidad que lo rodea.
Dani no busca lo evidente, sino lo que se esconde entre las líneas. Su sensibilidad le lleva a fijarse en los detalles más sutiles: un gesto, una pausa, una sombra que se desplaza lentamente.
Su manera de captar aquello que se siente pero rara vez se expresa lo aleja de una fotografía meramente descriptiva y lo sitúa en un terreno profundamente poético. Su cámara se convierte en un puente entre el exterior y el interior, entre lo que se ve y lo que se intuye. Esa capacidad para narrar sin palabras es lo que da fuerza y autenticidad a su trabajo.
Dos de sus proyectos más significativos, Mírame y Réalité, han sido presentados en exposiciones tanto en Madrid como en Menorca. Aunque la serie es la misma, Dani decidió ampliar la muestra en su segunda exposición, incorporando elementos nuevos que profundizan en el diálogo con el espectador.
Mírame es un trabajo construido a lo largo de un año, donde cada imagen nace de una pregunta interna: “¿Qué quiero contar?”. Esa pregunta guía todo su proceso, desde la concepción hasta la edición final.

Pero si hay un proyecto que ha marcado su trayectoria personal y artística, ese es Réalité. En él, Dani se enfrenta al duelo más profundo: la pérdida de su hermano en un accidente. Convertir ese dolor en imagen no fue fácil, pero le permitió transformar la ausencia en memoria, y la tristeza en homenaje.
“Aún hoy, cuando miro ese proyecto, se me caen las lágrimas. Ha sido el más duro y significativo que he hecho”.
Réalité no es solo una serie de fotografías, es un acto de amor y resistencia. Es también el ejemplo más claro de cómo Dani utiliza la fotografía no solo como medio artístico, sino como forma de sanar, de recordar y de seguir adelante.

Para Dani, fotografiar es una forma de cambiar la relación con lo que le rodea. Tanto con los lugares como con las personas, el acto de mirar a través del visor transforma la experiencia en algo más profundo y duradero. “Después de hacer una fotografía, el recuerdo ya no es solo lo que pasó, sino cómo lo viviste”, expresa.
Esa forma de habitar el mundo —a través de la observación atenta— es parte de lo que convierte su obra en algo tan emocionalmente resonante. Cada imagen es una extensión de una vivencia, de un instante compartido, de un silencio compartido.
Entre sus referentes más importantes están nombres como Alberto García-Alix o Zanele Muholi, artistas que, como él, han convertido la fotografía en una exploración de la identidad y la emoción. Pero más allá de los nombres, Dani reconoce que la formación recibida en LABASAD fue clave para desbloquear su potencial.
Especialmente valora la asignatura de iluminación, que considera la base del tipo de fotografía que quiere hacer: aquella en la que la luz no solo muestra, sino que sugiere, envuelve y transforma.
La decisión de cursar el Máster Online en Fotografía Profesional de LABASAD no fue casual. Llegó en un momento vital en el que Dani sentía que necesitaba reconectar con lo que realmente le apasionaba. Y la experiencia, según él mismo reconoce, fue transformadora.
“Con el tiempo me di cuenta de que no era feliz si no hacía lo que de verdad me gusta. Haciendo el máster aprendí muchísimo y recuperé las ganas de seguir fotografiando”.
Aunque el formato online supuso al principio un reto, pronto descubrió que era también una gran oportunidad: el contacto con profesores y alumnos de diferentes partes del mundo amplió su perspectiva y enriqueció su mirada.
“La diversidad fue un aprendizaje en sí misma. Me obligó a repensar mis referentes, mis métodos y mi forma de entender la imagen”.
Actualmente, Dani trabaja en un nuevo proyecto que explora los espacios íntimos que se crean entre dos personas. Una búsqueda visual sobre la presencia, el silencio y la emoción compartida, que promete continuar con su estilo delicado y reflexivo.
Y si algún día pudiera realizar cualquier proyecto sin limitaciones, lo tiene claro: retrataría la vida de un músico, pero desde una óptica poco habitual. No el escenario, no el aplauso, sino el instante previo al sonido, el gesto antes de la nota, el silencio que contiene todo lo que está por venir.
En un mundo saturado de imágenes, Dani cree que lo que realmente conecta no es lo que se muestra, sino cómo se muestra. La diferencia está en la intención, en la honestidad, en la emoción desde la que se construye la imagen.
“Hoy, más que nunca, el espectador percibe cuándo una imagen nace de una necesidad real, de una búsqueda genuina. Las fotografías que permanecen no son las más perfectas, sino las más honestas”.
Y esa es, precisamente, la esencia del trabajo de Dani Camacho: una fotografía que no busca impresionar, sino invitar a sentir. Que no pretende imponerse, sino quedarse en el espectador.