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15/12/2021

Marca ciudad: Cómo crear identidad a través de una tipografía

Cuando una tipografía por sí sola se ha convertido en un signo distintivo e identificativo de una ciudad, en la mayoría de casos ha sido más por casualidad, o por una iniciativa individual, que por una estrategia pública para impulsar un elemento de marca ciudad. Sin embargo, es una acción de lo más efectiva para […]

Cuando una tipografía por sí sola se ha convertido en un signo distintivo e identificativo de una ciudad, en la mayoría de casos ha sido más por casualidad, o por una iniciativa individual, que por una estrategia pública para impulsar un elemento de marca ciudad. Sin embargo, es una acción de lo más efectiva para reforzar y comunicar mejor los valores, la cultura e identidad de un lugar. 

Por Tachy Mora para LABASAD.

¿Puede una tipografía convertirse en el signo de identidad de una ciudad? La respuesta, sin duda, es sí y el caso más célebre lo tenemos en la famosa marca I love NY, creada por Milton Glaser en los años setenta. En este caso, el diseñador no generó una tipografía específica con el objetivo de crear una marca ciudad. Pero la American Typewriter que utilizó para la composición, se terminó por asociar automáticamente con Nueva York tras el éxito de la campaña para la que la creó, dirigida a mejorar la imagen de la ciudad.

 

 

En esta ocasión, sí había detrás un impulso público, pero no estaba dirigido específicamente a crear una identidad gráfica para la ciudad, sino a mejorar la imagen de una urbe sumida en un profundo caos financiero y de seguridad, que espantaba tanto a turistas como a residentes. La campaña tuvo tal aceptación entre los neoyorquinos, y más allá, que se convirtió en un símbolo de la ciudad espontáneamente y en la marca turística más exitosa de todos los tiempos con el empleo, tan solo, de un corazón y una typewriter –menudo ejercicio magistral de síntesis…

Otra tipografía que ha terminado por identificarse con una ciudad es la Johnston, creada para unificar la gráfica del metro de Londres. Diseñada por Edward Johnston, ha sido usada desde 1916 no solo para las señales, letreros, cartelería, anuncios y folletos del metro, sino posteriormente también para toda la red de transportes. Al estar tan visible y tan presente por toda la ciudad, más allá del logo del metro, se ha convertido en un emblema gráfico y distintivo de Londres.

 

 

En este sentido, desde luego ha ayudado la apuesta de la red de transportes por mantener esta tipografía de cabecera durante décadas. Aunque a lo largo del tiempo ha sufrido varias actualizaciones, la más reciente ha sido llevada a cabo por Monotype. Un trabajo que ha mantenido su esencia de inspiración romana (y su característico diamante como puntuación de la i y la j), al tiempo que la adecuaba y mejoraba para su empleo en los entornos digitales actuales.

 

 

En ambos casos, no hubo una intencionalidad pública ni de que la American Typewriter o la Johnston se convirtieran en signos identificables de Nueva York o Londres. Pero la cuestión es que espontáneamente así ha sido y son la prueba más clara de que una tipografía puede contribuir a generar una identificable gráfica de marca ciudad muy potente. 

En Madrid, quien en su día era el director creativo del ayuntamiento, Nacho Padilla, impulsó la creación de una tipografía con este fin: Chulapa. Generada por Joan Carles Casasín y Pablo Gámez, Chulapa es una evolución de la Ferpal Sans de Silvia Fernández Palomar, basada en los caracteres de los azulejos creados por el ceramista Alfredo Ruiz de Luna en los años noventa para las placas identificativas de las calles más representativas de Madrid.

 

 

Chulapa fue lanzada en 2019 con el objetivo de que todos los madrileños pudieran usarla libremente para lo que quisieran, incluido con un fin comercial. La propuesta es especialmente interesante ya que recoge una herencia cultural para convertirla en una tipografía, partiendo de una gráfica ya presente en la ciudad. El resultado es una mezcla de tipografía de palo seco con rasgos de rotulación a mano que conecta a la perfección con la de los azulejos de Alfredo Ruiz de Luna.

 

 

En este caso, sí que hubo por parte de sus impulsores una clara intencionalidad de generar una tipografía con el objetivo de estimular una gráfica de marca ciudad, pero aún está por ver si terminará por integrarse en el paisaje visual de Madrid. Y es que este tipo de iniciativas son proyectos a largo plazo que requieren de tiempo para consolidarse. Al depender de una estrategia pública, sufren los vaivenes de los cambios de gobierno, lo que dificulta su permanencia como proyecto y su consolidación.

Algunas ciudades tienen una herencia histórica o cultural muy fuerte que permite crear tipografías y otros signos gráficos que las conecten con una identidad visual coherente. Pero la mayoría no la tienen, al menos de una forma manifiesta, y requieren de un profundo trabajo, primero de investigación y reflexión, y después de síntesis, que consiga reflejar el espíritu de la ciudad. En este sentido, otro caso interesante es el de la Chatype, una fuente creada por los tipógrafos Robbie deVilliers y Jeremy Dooley para la ciudad de Chattanooga, en el estado norteamericano de Tennessee.

 

 

Para crear una tipografía que fuera reflejo del pasado y el futuro de la ciudad, los diseñadores buscaron una fórmula que sintetizara su fundación Cherokee, su herencia industrial reciente y su futuro como ciudad creativa y tecnológica. El resultado fue una serifa tipo egipcia, que transmite a la perfección los tres valores, funcionando muy bien tanto para señalética y rotulación como en papel y en digital.

Financiada a través de una campaña de Kickstarter en 2012, la idea era crear una tipografía que dotara de identidad y carácter a la ciudad. Tanto, que solo la ceden para proyectos que se vayan a llevar a cabo en Chattanooga. Al año siguiente de su lanzamiento, las autoridades locales la adoptaron como tipografía oficial. En este caso, la iniciativa fue particular y les salió bien. No solo consiguieron financiar el trabajo, sino también hacerlo de manera independiente y honesta con lo que, según su criterio como expertos y sin las interferencias de un encargo, ya sea público o privado, era la propuesta gráfica que mejor transmitía tanto el legado como la proyección de futuro de la ciudad. Tras casi diez años en circulación, tiempo suficiente para testear su aceptación, la tipografía está siendo ampliamente utilizada, según nos confirma el propio Jeremy Dooley.

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